Fuente: cincodias
Las previsiones de crecimiento para el segundo trimestre son bastante optimistas. En general el consenso se mueve entre el 0,7 y el 1 %, aunque es obvio que con las cautelas necesarias dado el momento. Y es que aún queda trimestre por recorrer y datos por conocer. En todo caso, buenas nuevas que nos llevarían, junto con el crecimiento ya conocido para el primer trimestre, a unas expectativas para el año 2023 mucho mejores que las esperadas hace unos pocos meses.
Uno de las componentes que estaría detrás de esta mejora según los modelos en tiempo real que conocemos es el consumo. El primer trimestre no parece que fuera el mejor para el gasto privado, según datos de la Contabilidad Nacional Trimestral de España publicada por el INE. La caída estimada, del -1,3 % intertrimestral, alertó a muchos a pesar de que las exportaciones y la inversión vinieran al rescate más que compensando la aportación negativa de aquella. Sin embargo, los indicadores a corto plazo muestran una relativa mejoría de dicho consumo en los últimos meses, concretamente desde febrero, pudiendo dar la vuelta a la evolución del agregado e, incluso, forzando al INE a revisar su estimación para el consumo en el primer trimestre. Así, tanto el Índice de Comercio Minorista como la compra y matriculación de turismos –posiblemente ayudado por la práctica desaparición de los cuellos de botella que afectaron a la producción y comercialización de vehículos– reflejan tasas positivas, y mejorando, en los meses de febrero a abril.
Este florecimiento primaveral del consumo en España, sin embargo, tiene unas bases comprometidas si atendemos a varias cuestiones. Así, el peso de los costes financieros es cada vez mayor, lo que se traduce ya, y seguirá haciéndolo posiblemente con mayor intensidad en lo que resta de año, en un repliegue parcial del gasto con efectos evidentes en la actividad. Así, según varios indicadores publicados por el Banco de España, el efecto de los tipos de interés en el consumo privado estaría comenzando a ser más que evidentes, erosionando, aún de forma leve pero clara, el crecimiento de esta partida de la demanda interna.
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BELÉN TRINCADO AZNAR
En primer lugar, la tasa de ahorro rompió bruscamente a finales de 2022 su tendencia descendente mostrada desde el inicio de la recuperación post-pandémica. Aunque aún no disponemos de los datos del primer trimestre de 2023, necesarios para confirmar si estamos presenciando un cambio de tendencia o solo una reacción puntual al entonces debilitamiento del mercado laboral, este hecho indica que el desembolsamiento de ahorro podría haber llegado a su final.
En segundo lugar, hay claros signos de un cambio en la tendencia de la concesión de crédito. De confirmarse en los siguientes meses, podría concluirse que los incrementos en los costes financieros estarían comenzando a desincentivar la inversión de los hogares, tal y como señala el Banco de España en su Informe de Estabilidad Financiera de la primavera de 2023.
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