Fuente: cincodías

  • Alcanzó máximos en 4,74 billones en noviembre y su caída se ha acelerado con la devolución de las líneas TLTRO

Se ha cumplido ya más de un año desde el giro radical que emprendió el BCE en su política monetaria y aún quedan claros vestigios de años de constantes inyecciones de liquidez y compras de deuda. Los tipos de interés han subido a un ritmo meteórico –en 425 puntos básicos y sin que esté claro que ese sea el punto final de llegada–, y han causado un endurecimiento de las condiciones de financiación que ha restringido con claridad el crédito en la zona euro. Pero el sistema financiero conserva un poderoso exceso de liquidez. En la actualidad se sitúa en 3,63 billones de euros, si bien ha descendido en casi 800.000 millones desde julio del año pasado, cuando comenzaron las subidas de tipos. Una señal más de los efectos del endurecimiento monetario.

Ese exceso de liquidez es la cuantía que le sobra a los bancos una vez cumplidas las reservas mínimas con las que asegurar la disposición de efectivo de sus clientes y había alcanzado la cifra récord de 4,74 billones de euros en noviembre del pasado año. Las alzas de tipos ya habían comenzado pero el BCE no había iniciado aún el endurecimiento de la herramienta de política monetaria que más ha contribuido a engordar esa abundancia de liquidez, las líneas TLTRO de financiación a la banca.

Inyecciones TLTRO

El exceso de liquidez del sistema financiero en la zona euro dio un salto exponencial en junio de 2020, en plena pandemia, cuando el BCE realizó la mayor inyección de fondos a la banca de su historia, por 1,3 billones de euros. El objetivo era apuntalar a toda costa la concesión de crédito, que los bancos sirvieran de canal de transmisión de todas las ayudas que habían puesto en marcha los gobiernos del euro para proteger la actividad económica en aquellos meses de restricciones y confinamiento. El BCE llegó incluso a bonificar con el 1% ese manguerazo de liquidez, lo que disparó las peticiones de las entidades financieras.

Tal abundancia de dinero disponible se convirtió en una valiosa herramienta financiera para los bancos. Sirvió de entrada para amortizar préstamos anteriores a mayor coste y para garantizar un tope al precio de los créditos –favoreciendo un coste de financiación barato para las entidades–. Más adelante, cuando comenzaron las subidas de los tipos de interés por parte del BCE, los bancos encontraron también una inesperada vía de ingresos. Podían aparcar parte de ese exceso de liquidez en la hucha del banco central –la conocida como facilidad de depósito– y recibir a cambio una remuneración –que a principios de noviembre ya era del 1,5%– sin asumir ningún riesgo. Como el BCE remuneraba ese excedente al interés de la tasa de depósito, las entidades tenían por tanto un poderoso incentivo para seguir amasando liquidez, lo que retrasaba el momento de que las alzas de tipos se tradujeran en un precio de los créditos más caro, el paso necesario para enfriar la economía y poder así combatir la inflación, el objetivo último del BCE.

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