Fuente: elEconomista

  • Alemania y otros ‘frugales’ podrían negarse a financiar este ambicioso plan
  • Lindner: «El problema no es la falta de subsidios, sino el exceso de burocracia»
  • Se teme que los fondos terminen destinados a gasto improductivo

Un viejo conocido ha vuelto a la ciudad y ha hecho ademán de mover de nuevo la manivela del dinero. El mero hecho de imaginarse el chirrido de esa manivela girando una vez más ha llevado a no pocos a salir en tromba para detener el paso al hombre que una vez ‘salvó’ a Europa. El expresidente del Banco Central Europeo (BCE) y exprimer ministro italiano Mario Draghi ha querido rescatar esta semana la célebre frase con la que evitó la muerte del euro (whatever it takes, lo que haga falta) para impedir en esta ocasión que el puño americano y el puño chino dejen al Viejo Continente más grogui de lo que está. El problema es que esta vez ese ‘lo que haga falta’ son unos 800.000 millones anuales de inversiones de los que hasta la mitad saldría de las arcas públicas, siendo la fuente de financiación principal nueva deuda europea mancomunada. Las reacciones negativas han ido desde aquellos que ven directamente inviable la ejecución del plan (Alemania -una vez más- en el horizonte y el poco aprovechamiento de los fondos Next Generation) hasta aquellos que recelan de los mismos políticos con más dinero en las manos y los que advierten de una nueva ola inflacionaria si la impresora de billetes se activa de nuevo con fuerza.

El lunes Draghi presentaba ante el respetable el informe Competitividad de la UE: mirando hacia el futuro, un encargo de la Comisión Europea en la búsqueda de una hoja de ruta que permita reducir la creciente brecha con EEUU y China. El crecimiento europeo se ha ralentizado hasta el punto de que, en las últimas dos décadas, la brecha entre el PIB de la UE y EEUU se ha ensanchado desde el 15% hasta el 30% y China va ganando terreno, mientras que factores que lo impulsaban, como el crecimiento demográfico, el auge del comercio internacional o la disponibilidad de energía rusa barata van desapareciendo, recuerda el trabajo del italiano.

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