Fuente: elEconomista

  • Una parte del mayor crecimiento del sur de Europa se debe a cambios estructurales
  • Mejoras en el déficit fiscal y en la balanza por cuenta corriente que perduran
  • Otra parte, nada desdeñable, sigue siendo por factores coyunturales del momento

Durante años, el relato económico de Europa se escribió desde el norte, con Alemania marcando el paso y los países del sur bajo la sombra de la sospecha y las cadenas de la austeridad. Pero hoy, el guion ha cambiado. En un giro que roza lo poético, son precisamente las economías del sur las que crecen con más fuerza, mientras el motor alemán pierde fuelle y el corazón industrial de Europa se atasca. España, Portugal, Grecia e Italia (también Irlanda aunque no es un país del Mediterráneo) se han convertido en protagonistas de aquella periferia denostada durante la crisis del euro (los apodados con cierta sorna como PIGS), que han vuelto al centro del escenario económico, no como problema, sino como referencia y motor de crecimiento de la eurozona. Y lo que comenzó como un rebote cíclico tras la pandemia empieza a consolidarse como una nueva normalidad, con tintes estructurales que podrían perdurar más de lo que se había previsto en un principio.

Tras el zig-zag de las gráficas entre 2020 (abrupta caída del PIB por el shock pandémico) y 2021-2022 (una recuperación generalizada casi en vertical), la prueba del algodón del crecimiento llegó con las métricas de 2023 y 2024. En ambos ejercicios, los otrora vapuleados sureños presentaron unas cifras bastante sólidas frente a los languidecientes números del grueso de sus vecinos norteños.En el caso de España, el PIB creció un 2,7% en 2023 y un 3,2% el año siguiente. Para Grecia la secuencia fue de un 2,3% en ambos ejercicios. Portugal ensanchó su economía un 2,6% en 2023 y un 1,9% un año después. Con menos empuje, la economía de Italia creció un 0,7% en cada uno de los dos ejercicios.

Al otro lado de la mesa, la economía de Alemania se contrajo un 0,3% y un 0,2% en 2023 y 2024 respectivamente. Era la primera vez en 20 años que la tradicional locomotora económica de Europa presentaba dos ejercicios consecutivos en recesión, disparando esto las alarmas y el miedo a un tercero, lo que ya sería un escenario inédito. Si se echa la mirada más hacia atrás, el PIB alemán apenas despega de los niveles que mantenía en el cuarto trimestre de 2019, antes de que el covid lo trastocara todo. La herida mortal de la industria germana en un mundo en el que los servicios dominan el tablero, China exporta más y compra menos y en el que los costes energéticos son más altos ha hecho mucho daño. Con permiso de una Francia siempre ‘intermedia’ (creció un 0,9% y un 1,2%, pero vive sumida en la incertidumbre política y fiscal), otro buen ejemplo es Austria, con una contracción del 1% en 2023 y del 1,2% en 2024. Países Bajos (0,1% y 1%) y Luxemburgo (-0,7% y 1%) remachan la comparativa.

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