Fuente: elEconomista

  • Los inversores japoneses son grandes compradores de bonos occidentales
  • Los bajos rendimientos de los bonos patrios les hacen buscar en el extranjero
  • Un rápido giro del BoJ les haría volver a esos bonos y vender los de Europa y EEUU

Una de las preocupaciones recurrentes durante los últimos meses en los mercados financieros ha tenido que ver con Japón. Los inversores nipones han sido tradicionalmente unos destacados compradores de bonos soberanos extranjeros de economías avanzadas en la medida en que sus tipos de interés ultrabajos en una economía deflacionaria y de poco crecimiento se sustanciaban en unos bonos con muy poca rentabilidad. La expectativa de que el regreso de la inflación a la isla tras décadas con los precios congelados haga al Banco de Japón (BoJ) cambiar de paradigma y endurecer su política monetaria ha disparado las alarmas: los operadores se pondrán inmediatamente a comprar bonos soberanos nacionales (se les conoce por las siglas JGB) y a vender grandes cantidades de bonos de Europa y EEUU, lo que podría disparar sus rendimientos y poner en un brete a unas economías occidentales que ya se están financiando más caro tras las subidas de tipos a escala global. Sin embargo, estos bonos occidentales podrían sortear el ‘maremoto’.

El Banco de Japón (BoJ) lleva casi ocho años con los tipos de interés en territorio negativo (-0,1%) ante la dificultad de que la inflación llegue al objetivo del 2%. Si esto ya de por sí afecta a los rendimientos de los bonos soberanos, el banco central ha mantenido una política conocida como de control de la curva de tipos. En la práctica: compras masivas de bonos soberanos en el mercado secundario para que los rendimientos no excedan de cierto rango. Es decir, ‘caparlos’ por lo alto para asegurarse de que se mantienen bajos. Eso ha hecho que sus inversores hayan optado por mirar hacia afuera y Japón sea un acreedor neto a nivel global con cifras que pueden provocar ciertos escalofríos: se estima que posee más de tres billones de dólares en bonos extranjeros (1,1 billones en bonos del Tesoro de EEUU y algo más de medio billón en notas soberanas de la eurozona, según cifras de 2023).

La sola idea de que los inversores japoneses empiecen a deshacerse a una cierta velocidad de ese arsenal provoca cierto revuelo en los mercados cada cierto tiempo. Aunque es un tema más vigilado en Wall Street, en Europa el propio Banco Central Europeo (BCE) ha publicado estudios advirtiendo sobre esta posibilidad. «La retirada abrupta de los inversores japoneses del mercado de bonos de la zona del euro podría tener un efecto importante en los precios, especialmente en los segmentos de mercado más concentrados. Esta dinámica podría verse amplificada por el aumento de la oferta neta de estos bonos como resultado del endurecimiento cuantitativo del BCE (el banco central no renovando o directamente deshaciéndose de los bonos adquiridos en los últimos años», recogía un informe del banco central el pasado mes de junio.
«El BoJ es el ancla de los tipos mundiales, y un aumento de los costes de endeudamiento supondría un riesgo para los precios de los bonos mundiales», valora Tsuyoshi Ueno, economista jefe del NLI Research Institute de Tokio. El mensaje del BCE supone «un caso muy raro de un banco central que expresa su preocupación por la normalización de la política del BoJ», consideraba el experto este verano.

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